La Historia de Corpa
Los vestigios arqueológicos encontrados en 1984 documentaron la presencia de seres humanos en el término municipal que datan de la Edad del Bronce. Unos hallazgos aislados confirman la existencia de pequeños núcleos de población en la vega del arroyo Pantueña. Se desconoce la exactitud de su fundación, pero todo hace indicar que el nacimiento de Corpa se produjo en la Edad Media, tras la Reconquista a los musulmanes. Los asentamientos de los distintos pobladores, sin duda fueron motivados por ser lugar de abundantes aguas, que lo harían lugar propicio.
Se piensa que Corpa hubo de crearse por estar en el camino entre Alcalá y Toledo. La Fuente Grande era sin duda descansadero y parada obligatoria para todo viajero y trashumante, como posteriormente se reguló por edicto real de Alfonso X el Sabio en 1273 (edicto de la Cañada Real Galiana).
Nuestra localidad debió nacer en torno al año 1000 d.C., y por ello su nombre pudiera haberse originado con una etimología árabe o romana.
Algunos arabistas se decantan por el vocablo 'qurb', que significa 'cercano, vecino'. Parece más convincente y aceptada su etimología árabe 'al-qarw' que significa 'abrevadero', aunque en investigaciones arqueológicas realizadas en el término, no se han localizado materiales de la época islámica, y por lo tanto, no es posible corroborar el origen musulman.
Aquellos que se remontan al origen romano de la población hacen derivar Corpa de la degeneración de 'curvus' que es la palabra latina para significar 'curvo, sinuoso', pero también pudiera derivarse del vocablo latino 'carpus', haciendo referencia a la situación geográfica del pueblo, estando en lo alto, a modo de carpa.
Aunque la palabra corpa quiera decir también 'trozo de mineral en bruto', parece que etimológicamente no han tenido que ver aunque se hayan encontrado en la misma formación.
El primer núcleo poblacional apenas contaría con unas pocas casas situadas en torno al manantial que después se canalizaría en la Fuente Grande. Un posible asentamiento sería el despoblado Valdemolinos, situado en la vega del Arrecueros, a unos cientos metros al sur del asentamiento actual. Algo que a nuestros días ha llegado intacto es su nombre, Corpa, a pesar de que, en algún momento de la historia, se han referido a nuestro pueblo como Toledillo, debido a que colocaron unas réplicas de las campanas de Toledo (a menor escala) en la torre de la iglesia.
Algo así sucede también con nuestro gentilicio. El correcto es Corpeño/ Corpeña, aunque hay referencias erróneas como Corpenses y tengamos el sobrenombre de Zamarros. Siendo Corpa descansadero, parada de trashumancia y lugar de paso, no parece descabellado pensar que la prenda en cuestión se viera en exceso y que por ello comenzaran a llamar Zamarros a los Corpeños. En el castellano antiguo utilizado en las colonias españolas era un término muy común. De hecho se conserva a día de hoy en países Iberoamericanos para referirse a hombres toscos, rústicos, pesados... aunque bien es cierto que en otros sin embargo se utiliza para referirse a los astutos y pillos.
Fue en 1421 cuando Corpa es citada por primera vez en una sentencia relativa a un pleito entre Alcalá y las aldeas de su tierra.
En la Edad Moderna fueron famosas sus aguas medicinales, aguas de la Fuente del Rey, de propiedades diuréticas que se exportaban al exterior. En los siglos XVI y XVII se embotellaba y enviaba a Flandes, abasteciendo así a los ejércitos españoles.
Fue aldea de Alcalá, y en el 1578 se desmembró de la dignidad archiepiscopal por bula pontificia incorporándose a la corona. Es entonces cuando su majestad le otorga el título de villa, así como el privilegio en propiedad del señorío y aprovechamiento de los pastos y dehesas comunales, que serán renovadas por el Rey Felipe V en 1741.
Parece ser que en los siglos XVI y XVII varios hidalgos desterrados de sus posesiones eligieron Corpa como lugar de residencia, hidalgos que aportaron al pueblo un señorío del que poco ya se conserva.
La Villa de Corpa fue erigida marquesado por Carlos II el 12 de junio de 1683, en favor del coronel Don Luis Ibáñez de Segovia y Peralta (hermano del Marqués de Mondéjar), Corregidor del Cuzco y Angaraes, Caballero de Santiago. Es en esta misma época cuando Corpa quedará inmortalizada por el gran escritor universal Don Miguel de Cervantes Saavedra en su obra “La ilustre fregona”. Más tarde heredó el marquesado Mateo Ibáñez y Orellana, que ocupó algunos cargos secundarios en Chile a lo largo de la primera mitad del siglo XVIII, ciudad a la que fue desterrado por su adhesión al pretendiente austriaco durante la Guerra de Sucesión Española. De su matrimonio con Matea Ibáñez de Segovia y Fuentes, hija del señor de Pradenilla, nació su hijo Mateo, tercer marqués de Corpa. Al morir éste, el título pasó a su hermana Nicolasa Ibáñez, Condesa de Torreblanca, quien hallándose cargada de deudas por razón de los derechos de lanzas, renunció al título. Es aquí cuando opta al Marquesado Juan José de la Puente Ibáñez, de la Orden de Calatrava, Oidor de Lima con honores del Consejo de Indias, reclamando sus derechos por ser nieto de los primeros Marqueses de Corpa.
En el Siglo XVIII, el análisis pormenorizado de las Haciendas de Legos y Eclesiásticos permite tener mayor conocimiento de cómo estaba estructurado el núcleo urbano. La Calle Mayor y la Plaza de la Constitución (recibió este nombre tras la Constitución de 1812) eran los ejes principales del entramado urbano, que se dividía en cinco barrios: San Roque, San Sebastián, el de Encima de la Fuente, el del Romeral y el de la Concepción. Éste último y el dedicado a los santos (Roque y Sebastián) contaban con sus correspondientes ermitas.
Ya en los siglos XIX y XX su economía es principalmente agraria, y aprovechaba el regadío de las aguas del Arroyo Pantueña, afluente del Jarama, y de pozos con productos hortícolas, cultivando hasta 1.600 hectáreas de secano cerealista, 18 hectáreas de viñedo y 12 de olivares, añadiendo la ganadería, principalmente ovina, entre su riqueza.
De abundantes fuentes naturales, había explotaciones de piedra caliza, y era tradicional la elaboración de quesos y la matanza en las casas.
RONDALLA DE CORPA
Los orígenes de nuestra Rondalla datan de los años 60. En los primeros años hubo una leve toma de contacto entre unos cuantos chavales que, al terminar su jornada laboral cogían los instrumentos de sus casas y se reunían junto a Agustín Corral en el taller Juan de Dios, el zapatero. Algo más tarde, rozando los 70, llegó a Corpa Don Félix, párroco con extraordinario oído musical, que comienza a enseñar por el sistema de números. Es aquí cuando la rondalla toma forma, llegando a ser un grupo muy numeroso, con unos treinta chicos y chicas de edades dispares, que estaban entre los 7 y los 20 años. Fueron éstos, años muy fructuosos, de numerosísimas actuaciones, participando en concursos musicales y llegando a realizar actuaciones en la radio y en la televisión de la época.
La Rondalla se componía de bandurrias, laudes y guitarras entre los instrumentos de cuerda; y castañuelas, triángulo, pandereta y palos entre la percusión.
Después de esta primera Rondalla ha habido tres o cuatro más, y en la actualidad hay una fusión de miembros que formaron parte de todas ellas, además de otros nuevos.
Esta tradición de gran arraigo, sigue viva gracias a nuestra actual Rondalla, que lleva con orgullo el estandarte de Corpa allá donde actúa, principalmente pueblos alcarreños limítrofes con la Comunidad de Madrid.
PERSONAJES ILUSTRES
Francisco de Collantes
Personaje histórico por antonomasia de la Villa de Corpa. Hidalgo, mecenas y filántropo, protector de artistas y sostenedor de desvalidos, cuya caridad y celo por los pobres era su sello más característico.
Francisco de Collantes y Salaya, nació en Corpa en 1562. Sus padres, Diego de Collantes y doña María de Salaya, sus abuelos paternos, Diego de Collantes y Anna Molina y su abuela materna, Catherina de Berrio, eran naturales de Corpa.
Los Collantes tenían su domicilio y haciendas en las villas de Alcalá de Henares y de Corpa, y vivían al tiempo en dichos lugares. Pertenecían a la baja nobleza castellana (hijosdalgos), lo que les dejaba al margen de pagar impuestos. Eso les hizo estar en un concurso de méritos continuo ya que el concejo quería que pagaran impuestos.
Los pechos eran los pagos/contribuciones a la villa y los pecheros los que hacían los pagos. El padre de Collantes no quería que su hijo fuera pechero, de ahí que hiciera lo imposible por demostrar que eran una familia digna. Si su hijo perteneciese a una orden de caballería sería merecedor de pertenecer a la hidalguía.
Con 20 años, el reverendo y muy noble don Francisco de Collantes, castellano, tomó el hábito de Caballero de Montesa, a 24 de febrero, día de san Matías, año 1583. Habito que le impuso Don Álvaro de Luna y Mendoza de la orden de Calatrava, por comisión de Su Señoría Ilustrísima en la iglesia de la Compañía de Jesús en la ciudad de Toledo.
El joven y noble caballero tuvo una participación activa con el pueblo de Corpa. Se casó tres veces, porque enviudó dos. Primero se casó con Ana Velázquez, luego con María de Verzosa y en última instancia con Catalina de Villa y Arellano. Murió a los 62 años.
Con el paso del tiempo, y tras tener desavenencias con el Estado, el régimen jurídico de los hidalgos se fue transformando hasta la completa abolición de sus privilegios. Familias hidalgas fueron desterradas, pero el pueblo de Corpa aclamó que Collantes no se marchara.
Es legendaria la historia que los corpeños conocemos sobre su muerte, a pesar que los hechos fueron constatados por el noticiario de Madrid pocos días después de su asesinato. Si bien, la descripción fue breve, pero no dejaba dudas sobre el atentado y nos daba una aproximación en la fecha de su muerte: "Octubre. Año 1626. Día 19. Este día, estando en la villa de Corpa, Don Francisco de Collantes, caballero de Montesa, una noche, a la puerta de su casa, se llegó a él un loco de aquella villa que traía una aguja de coser esteras y se la metió por los riñones; vivió 18 horas."
La leyenda cuenta que tuvo una trágica muerte, asesinado por la mano ingrata de uno de sus beneficiarios, escultor de oficio. La autoría moral de su muerte se achacó a su familia, que enfadados con él por no haberles seguido en el destierro, y cansados de ver como la prodigalidad de su allegado amenazaba el patrimonio familiar, fraguaron la siguiente venganza: compraron a un hombre, que fingiéndose pobre llegó a casa del hidalgo, y sabiendo que acogía a todos los necesitados que pasaban por su puerta se acercó a él y le atravesó el pecho con una gubia de tallar la madera que esculpía, durante la caritativa audiencia. Dicen que sobrevivió un día, y que en este tiempo perdonó a su asesino.
Collantes fue envuelto en su capa de caballero y enterrado en el cementerio anexo a la iglesia. Su muerte fue dolorosa para los vecinos de la villa, que le tenían gran aprecio. Cuando se le desenterró, 50 años después, su cuerpo estaba incorrupto ante la sorpresa de todo el pueblo. No obstante, a partir de ahí el trato a la momia no fue bueno. Se cuenta que con la llegada del ejército francés se le tiró desde el campanario y que el cuerpo seguía prácticamente intacto. Posteriormente, el cuerpo fue reubicado en un arcón con un cristal para que no hubiera que estar sacándola para mostrarla.
Antonio Suárez
Antonio Suárez Vázquez nació en Madrid el 20 de mayo de 1931, en el 83 de la calle Antonio López. Años más tarde, en la década de los cincuenta, se trasladó con su familia a los Santos de la Humosa, habiendo conseguido su padre un trabajo de caminero a través de la Diputación Provincial. Al año siguiente, pasó a ser caminero entre Corpa y Pezuela, viviendo en una casa o “casilla” situada entre ambos municipios.
Con 17 años se presentó en la Diputación Provincial y reclamó el puesto de caminero que había pertenecido a su padre, siendo éste concedido. Después, a últimos de los años cincuenta, se instaló junto con su madre y dos de sus hermanos en el Palacio de los Marqueses de Mondéjar, lugar que por esos entonces acogía a muchas familias, hasta su boda en 1960, trasladándose a vivir con su mujer, Gabriela, a Madrid.
Se formó como ciclista en Alcalá de Henares, ciudad a la que tenía mucho apego. Llegó al ciclismo alrededor de los 20 años, ganando su primera carrera en Arganda del Rey con una bicicleta prestada por su cuñado. Más tarde realizaría el Servicio Militar, allí cayó en gracia y sus superiores le dejaban momentos para entrenar. Ya con 24 años tuvo su primera licencia como amateur, después, corrió dos temporadas como independiente y pasó a ser profesional en 1958. Cuando llegó al profesionalismo ya había tenido buenas actuaciones y ganado etapas en las vueltas de Levante y Asturias, y había conquistado el Campeonato de Castilla.
Corrió su primera Vuelta a España con el equipo LUBE, que dirigía Batarrita vistiendo maillot azul, blanco y rojo. Después de LUBE fichó por el Licor 43 y con este equipo alcanzó alguna de sus glorias. En 1959 fue triunfador en la Vuelta Ciclista a España, también en este año logró el Campeonato de España de Fondo en Carretera, el primero de los tres que iba a conseguir a lo largo de su carrera. Por si fuera poco, fue un gregario de lujo en el triunfo de Federico Martín Bahamontes en el Tour de Francia.
Antonio Suárez es uno de los tres madrileños que han conquistado la Vuelta Ciclista a España, junto a Alberto Contador y Julián Berrendero. Su baza fue la regularidad. Al año siguiente, Antonio Suárez ganó la crono de Palencia. Fue un gran contrarrelojista. Sobre esta especialidad y la distancia de 100 kilómetros se disputaba el Campeonato de España, que encadenó tres años (1959, 60 y 61) en Madrid.
Destacando también en el Giro de Italia, en 1961 ganó una etapa en Cosenza, vistió una jornada la maglia rosa y se convirtió en el primer español en subirse al podio final quedando tercero. En 1962 volvió a ser tres días líder.
En 1965 puso fin a su carrera de éxitos sobre la bicicleta.
Fue presidente de la Federación Castellana de Ciclismo de 1969 a 1973, tras su retirada del ciclismo. Falleció en Corpa en 1981, a los 49 años, aquejado de una grave enfermedad renal. El sepelio se realizó en este municipio, cumpliendo así sus deseos.
Pasaba los veranos y los fines de semana aquí, le encantaba venir cada vez que podía a echar la partida con los amigos. Siempre tuvo un apego especial a Corpa y a sus vecinos, afecto totalmente correspondido. Gran ciclista y excelente persona recordado con mucho cariño por todos los que le conocieron, pone nombre a una calle del municipio y, desde el año 2016 su familia, el Ayuntamiento y el pueblo entero se vuelca celebrando un merecido homenaje a nuestro insigne vecino, dedicando una carrera en su nombre: “Memorial Antonio Suárez”, que a día de hoy es una de las más importantes celebradas en la Comunidad de Madrid.
Luis Aragonés
De una manera colateral, Corpa dio a una de las figuras más relevantes y representativas del fútbol en este país. Generosa Suárez e Hipólito Aragonés nacieron en Corpa, y juntos acabaron en Hortaleza arrendando terrenos para la siembra.
Luis Aragonés Suárez nació el 28 de julio de 1938, en el desaparecido municipio de Hortaleza. Empezó jugando en el colegio de los jesuitas de Chamartín y posteriormente pasó al Club Getafe Deportivo hasta 1958, año en el que fichó por el Real Madrid. Con el equipo blanco no dispone de oportunidades, y finalmente es cedido durante las siguientes temporadas a cuatro equipos: Real Club Recreativo de Huelva, Hércules, Úbeda y Plus Ultra. A mediados de la temporada 1960-61, empieza a jugar en calidad de cedido en el Real Oviedo debutando así en Primera División. En la temporada siguiente ficha por el Betis, en el que milita tres temporadas disputando 82 partidos y marca 33 goles, desvinculándose del Real Madrid, con el que no llegó a debutar en partido oficial.
Es en 1964 cuando se incorpora al Club Atlético de Madrid jugando como interior derecho y erigiéndose en el cerebro organizador del ataque rojiblanco. Luis, llegó a ser un gran especialista en tiros de falta y penaltis. En su primera temporada en el Atlético consiguió una Copa del Generalísimo y quedó segundo en el campeonato de Liga. Al año siguiente Luis conseguiría su primera Liga. En los siguientes años consiguió otras dos y otra Copa del Rey. En la temporada 1969/70 obtuvo el Trofeo de Pichichi, compartido con Amancio Amaro y José Eulogio Gárate, anotando 16 goles.
Su carrera como jugador terminó en la temporada 1973/74, retirándose con casi 36 años. Su carrera como entrenador es muy prolífera. Ya en la temporada 1974-1975 debuta en los banquillos del Atlético de Madrid, y en años venideros será el entrenador de clubes españoles como el Betis, Barça, Español, Sevilla, Valencia, Oviedo y Mallorca.
Fue designado seleccionador nacional de fútbol de España, el 1 de julio de 2004, en sustitución de Iñaki Sáez. Ocupó el cargo durante cuatro años (2004-2008), proclamándose campeón de la Eurocopa 2008 y forjando las bases de la selección española más exitosa de la historia.
TAMBIÉN FORMÓ PARTE DE NUESTRA HISTORIA…
El Baile
Desde tiempos inmemoriales Corpa contaba con un salón de baile. No sabemos con exactitud cuándo comenzó su actividad, pero estuvo en funcionamiento hasta finales del siglo XX. Desde sus inicios hasta la década de los 60-70, el salón de baile fue el precursor popular de la discoteca o club nocturno; la mayoría de los pueblos y ciudades tenían uno. Nuestro baile abría sus puertas los domingos y festivos, también en las fiestas patronales se realizaban allí los últimos bailes del día.
El baile se ubicaba en la Calle Mayor, y era una nave grande con bancos corridos en todo el perímetro donde madres y abuelas se sentaban a ver bailar a la juventud; mozos corpeños y otros de pueblos cercanos venían hasta aquí y sacaban a bailar a las chicas, hecho que no siempre era del agrado de los señoras que allí comadreaban. Se tocaba un piano de manivela o pianola, y cada septiembre se adquirían piezas nuevas que renovaban así el repertorio.
También en nuestro salón de baile se han celebrado bodas, se han realizado obras teatrales por parte de grupos de jóvenes de Corpa y ha sido sala de cine en infinidad de ocasiones.
El Telar
Es recordado con nostalgia el trabajo artesano que se realizaba en el telar de alfombras. Éste estaba ubicado en la intersección de las actuales Calle Cruces y Romeral.
Su dueña y precursora, Victoria de las Heras, estuvo en Madrid aprendiendo el oficio que más tarde enseñó a las jóvenes de Corpa en el taller que ella creó. En un principio solo había un telar, es decir, maquinaria para confeccionar una alfombra, que comenzó con seis chicas. Más tarde, se trasladó a otra sala contigua más grande, y allí ya se pudieron instalar dos telares más llegando a ser hasta 22 las jóvenes que allí trabajaron: Toya, Tere, Antonia, Angelita, Rosi, Adriana, Estrella, Nati, Felipa, Pili fueron algunas de ellas.
Taller de Costura
Corría el año 65 cuando en Corpa se creó la cooperativa de confección COALCO S.C.I. Su ubicación original se encontraba en la parte de atrás del actual Hogar del Jubilado. Poco después se montó en Palacio. Hubo 15 o 20 empleadas y todas tuvieron que realizar previamente el curso de Confección industrial para la que se exigían 4 asignaturas: Tecnología, Cultura técnica, Cultura general y Prácticas. Existían diferentes categorías, maquinistas, rematadoras, remalladoras...
Principalmente se elaboraban batas, baberos y sábanas. También llegaban prendas confeccionadas como camisones y combinaciones, vestuario al que las trabajadoras ponían puntillas terminando así el proceso de confección.
La Conserva
En la actual Calle de Antonio Suárez se situaba esta fábrica de la que salían enlatados y en conserva, los tomates recogidos en Corpa, en la zona donde se encuentra “La Noria”, en el camino hacia Valverde. En los terrenos colindantes había unos huertos de gran extensión donde se plantaban tomates. Con el buen tiempo se hacía la recogida y se llevaban a “La Conserva”, negocio familiar que permaneció unos tres años en activo. Allí se realizaba todo el proceso, y en época de recogida eran contratados los jóvenes de Corpa. El producto se enlataba en botes de medio kilo y también de 5 kg. Además de los tomates, se asaban pimientos rojos que también se enlataban, e igualmente se almacenaba un pisto riquísimo hecho por Modesta.
La Fuente de la Bellota
Hasta 1959 no se acometió la construcción de la red de abastecimiento de agua del casco urbano. En esta época se instalaron tres fuentes: una al lado del grupo escolar, otra en la Plaza de la Alegría y la última en la Plaza de la Constitución. La ubicada en este emplazamiento es la conocida por todos como la Fuente de la Bellota; tenía un pilón circular con cuatro caños y un remate en piedra. Con motivo de la reforma de la plaza se desmontó la fuente y desapareció, lo único conservado en la actualidad es la bellota, que corona la fuente actual.
Los vecinos de cierta edad recuerdan con añoranza esta mítica fuente de la que bien seguro guardan unas cuantas fotos, ya que era lugar de reunión y típico escenario para retratarse.
El Silo
Esta instalación industrial era en origen el almacén de trigo de la Hermandad Sindical del Campo Local (más tarde Cámara Agraria), que se construyó en 1953 sobre un solar cedido por el ayuntamiento. En 1985 estaba sin uso y se aprobó su alquiler para la instalación de la Carpintería de Aluminio L. M. Valenzuela, negocio que ha perdurado hasta la jubilación de su propietario.
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